¿Cómo planificar tus gastos de semana santa?

La Semana Santa está a la vuelta de la esquina y como es común en Nicaragua, queremos salir un par de días a descansar, pasar tiempo con la familia o amigos y disfrutar.

Por lo tanto, estos días suelen estar cargados de viajes, compras y gastos que, si no presupuestamos con medida, se pueden convertir en desbalances en nuestra vida financiera y futuras complicaciones económicas.

Así, planear tus vacaciones y tener un itinerario definido hace una gran diferencia en cuanto a gastos se refiere, ya que al contemplar cada gasto se pueden agregar o eliminar actividades y ahorrar hasta un 30%.

A continuación, cómo lograr una Semana Santa financieramente santa en 10 pasos:

  1. Lo primero que debés saber es qué tipo de vacaciones querés tomar, si deseás algo para descansar, hacer turismo de aventura, pasar un fin de semana romántico con tu pareja, entre otros, pues en base a esto podrás determinar la duración del viaje y hacer una aproximación del costo total.
  2. Una vez decidido el lugar, es necesario informarte acerca de los atractivos que hay ahí, el promedio de sus precios y los servicios disponibles. Un ejercicio que vale la pena hacer es cotizar el viaje en al menos tres agencias de viaje y hacerlo también por tu cuenta, para que decidás la opción más conveniente. Si cotizás cuando trabajás en una empresa, ¿por qué no hacerlo también en tus gastos personales?
  3. No podés olvidar el costo de transporte. Ya sea que lo hagás en carro propio, rentado, bus o avión (si es que vas fuera del país o a la Costa Caribe), cada uno te costará algo diferente. Evaluá cada posibilidad y presupuestá. Si vas dentro del país, la forma más cómoda de viajar suele ser en auto propio, pero a esto le debés agregar el costo de mantenimiento y un chequeo de prevención para evitar accidentes, así como tener tu seguro de automóvil al día.
  4. Si ya tenés una idea general del costo aproximado, hacé un plan para cada día con itinerarios. Para que esté completo, lo mejor es determinar lugares a visitar o actividades y sus respectivos costos. En este apartado, es necesario incluir un gasto diario promedio que incluya tarifas de entrada, costo de actividades, transporte, alimentos u otros.
  5. Uno de los mayores costos después del transporte, es el hospedaje, por lo que debés poner especial atención en este punto. Para elegir mejor, determiná cuánto tiempo pasarás en el hotel, por ejemplo si es sólo para dormir y bañarte, podrías optar por algo cómodo, pero económico. En cambio, si te gusta pasar mayor tiempo en el hotel y necesitás de la tecnología y todas las comodidades de la ciudad, tu opción deberá ser más lujosa. Otra opción podría ser rentar una casa entre varias personas que, además de ser más barato, te podría ahorrar aún más al tener un espacio disponible para cocinar.
  6. Otro rubro importante que casi nadie toma en cuenta (y donde hay más fugas de dinero), son los gastos que se hacen en compras cuando hay niños de por medio. Ya sean pequeños recuerdos que quieran llevar o juguetes que decidamos comprar para su entretenimiento, debemos tenerlos presente, pues acumulados pueden sumar grandes cantidades.
  7. Si tenés unas finanzas saludables y tu tarjeta de crédito está al día, podés aprovecharla para adquirir algunos paquetes disponibles en agencias de viaje, ya que este tipo de ofertas generalmente presentan buenos descuentos o pueden pagarse a meses sin intereses. Otra ventaja de utilizarla son los puntos y millas que vas a ganar y podrás usar en el futuro. Pero, ojo: no es recomendable que deslicés tu plástico si no tenés la certeza de que después podrás pagar. No olvidés que una tarjeta de crédito no es dinero adicional.
  8. Una vez hayás contemplado todas las variables, podés recortar gastos al agregar o quitar actividades según el costo previsto. Esto quiere decir que antes de tomar una decisión de gasto debés asegurarte de que tu presupuesto te lo permite. Sin embargo, y aunque tengás todo planificado, recordá que siempre debes disponer de un 10% a 15% de tu presupuesto para hacer frente a cualquier imprevisto. No siempre se puede presupuestar todo.
  9. Además del viaje que haremos y los lugares a visitar, un gasto común (y no siempre necesario) son las compras de ropa, sandalias, bolsos y trajes de baño porque queremos estrenar en la Semana Santa. De la misma forma en que no necesariamente debemos vestir algo nuevo en Navidad, tampoco tenemos por qué hacerlo en esta temporada de verano. Comprar un par de accesorios está bien… cambiar todo tu guardarropa no es aceptable.
  10. Antes de hacer tus maletas e irte, es importante que tu hogar esté resguardado. Lo ideal es tener un seguro que cubra tu casa en caso de incendios, robos u otros, pero si no lo tenés, siempre podés pedirle a un vecino, amigo o familiar que te haga el favor de verla de vez en cuando. En este mismo sentido, revisá tus recibos de agua, luz, teléfono, cable, renta, Internet, tarjetas de crédito y demás pagos, para ver cuándo tenés que pagar. Si esa fecha es en medio de la Semana Santa, asegurate de dejarlo pagado antes de irte. Lo que menos querés es regresar a la ciudad no solo a pagar recibos, sino a pagar cargos por morosidad o encontrar el servicio cortado.

Finalmente, no está de más recordar que si ya cargás con deudas, salir en esta Semana Santa puede no ser la mejor opción: es mejor usar tus recursos –que suelen ser limitados- para saldarlas. Así mismo, si no programás con anticipación tu viaje, quizá sea mejor dejarlo para otra época, pues la improvisación en términos financieros es algo sumamente riesgoso y el aventurarse en un viaje no planeado puede representar un doloroso arrepentimiento futuro.

Y antes de irte a disfrutar, verificá las condiciones de tu plan vacacional (hotel, vuelo u otro), así como todo lo que incluye: con ello tendrás certeza sobre lo que debés comprar y lo que te ahorrarás en determinado momento del viaje. Si vas a usar tu tarjeta de crédito, hacelo de forma inteligente, no la usés si no vas a poder pagar cuando llegue el momento. Lo que menos querés es regresar preocupado y estresado por cómo vas a saldar una deuda que te tomó una semana adquirir.

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