Con descuentos y promociones, ¿gastamos más?

Para vivir una vida financiera sana es imprescindible ajustarnos a un presupuesto. Para esto, tenemos dos opciones: incrementar los ingresos (lo cual no siempre es posible, ni depende tanto de nosotros) y/o reducir los gastos.

En este sentido, cazar ofertas es una excelente medida financiera para lograr lo segundo. Después de todo, C$50.00 córdobas por aquí y C$100.00 córdobas por allá, pueden hacer la diferencia entre cerrar el mes bien o endeudándote.

Incluso, hay personalidades financieras que se basan precisamente en esto: en buscar lo más barato, lo que está en descuento o promoción y comprarlo. Pero, ¿es esto siempre bueno? Como en casi todo lo demás, depende.

Aunque hay promociones que ciertamente valen la pena y te hacen gastar menos, hay otras que, inundados por el impulso de comprar, tomamos sin pensarla bien y terminamos haciendo vivo el viejo dicho de “lo barato sale caro”.

Por esto y para ayudarte a que llevés control en tus finanzas, a continuación te presento tres clásicos ejemplos.

Las promociones con tarjetas de crédito

Cada vez son más comunes las famosas promociones y descuentos con las tarjetas de crédito. Las hay para el día de la madre, cuando te ofrecen 50% de descuento en salones de belleza por un monto de C$1,000.00; para el 10 de Agosto, cuando por consumos después de C$800.00, también te dan el 50% de descuento y otras más durante el año.

¿Cuál es el problema? No es que las promociones no sean reales, porque sí lo son. El asunto es que muchas veces, ya sea por descuido, olvido o falta de ingresos, no podemos pagar a tiempo estas tarjetas y terminando pagando en intereses un monto mucho más alto que el ahorro que íbamos a tener.

Como recomendación, si vas a hacer uso de este tipo de promociones, asegurate de poder pagar lo consumido en la fecha límite de pago, para no pagar intereses y realmente aprovechar el descuento.

Los productos a punto de vencerse

Muchos supermercados y mini súperes han optado por poner en grandes ofertas aquellos productos perecederos a punto de vencerse. Estos establecimientos bajan los precios con la intención de venderlos cuando la fecha límite de consumo se acerca; pueden ser pan, jaleas, verduras, algunos enlatados, entre otros.

La idea es que algún cazador o cazadora de ofertas, al verlos, decida llevarlos para aprovechar la promoción. Y, aunque conozco algunos casos de personas que realmente les han dado uso (como un adicto a dulce de leche, quien compró varios envases porque faltaban 3 semanas para que se vencieran), son también muchos quienes los compran y después se dan cuenta de que no los van a consumir. No porque no quieran, sino porque se les olvida o porque no encontraron el momento para hacerlo.

También he sabido de casos en los cuales, aun queriendo consumir sus compras en descuento, resulta que el producto ya está vencido –sí, antes de la fecha- por lo que terminan tirando su dinero a la basura.

Por esto, para realmente sacarle provecho a estas promociones, asegurate que sea un producto que consumís regularmente, lo vas a hacer en unos días y aún tiene tiempo antes de la fecha de vencimiento para que no te haga daño.

Lo que no necesitás

Personalmente, mi favorita porque es la trampa en la que muchos suelen caer. Y es la típica escena en la que, mientras caminás por un centro comercial o tienda, sin intención alguna de comprar algo, comenzás a ver lo que hay simplemente porque está en oferta.

En ese momento, nuestro cerebro nos juega una muy mala pasada, porque nos hace creer que desaprovechar los descuentos no es un acto inteligente. De hecho, está comprobado que cuando compramos en oferta, se secreta adrenalina, por lo tanto todo nuestro ser nos dice que estamos haciendo algo bien.

Y no es que esté mal, el problema es que la mayoría de esas cosas que adquirimos, son productos que no necesitamos y no vamos a usar dentro de mucho tiempo –o nunca-. Como resultado, en lugar de gastar menos, terminamos saliéndonos de presupuesto al comprar algo que no habíamos ni imaginado y tirando el dinero en algo que ni siquiera vamos a usar.

 

Por otro lado, éstos y otros casos me han hecho pensar que, de la misma manera en que solemos confundir el ahorro con la inversión, también confundimos el comprar con descuento con ahorrar.

¿Cuántas veces no has escuchado a alguien decir “me ahorré dinero comprando esto”? Si prestamos atención a lo que decimos, nuestras mismas palabras nos lo indican: estamos comprando y, por lo tanto, estamos gastando. No estamos ahorrando.

Así, nos debe quedar claro: comprar con descuento NO es ahorrar. Sí, es verdad que estás gastando menos, pero al final… estás gastando. Si encima sos de las personas que como se ahorró unos centavos comprando, entonces todavía queda espacio para seguir gastando, podés terminar desembolsando y hasta tarjeteando más allá de tus posibilidades.

Para evitar caer en la trampa de ciertos descuentos que nos hacen gastar de más, podés hacerte estas cinco preguntas básicas antes de realizar cualquier tipo de compra:

  1. ¿Lo quiero o lo necesito?

Se nos ha hecho costumbre ver algo repentinamente en el aparador, decir “lo necesito” y correr a pagar a la caja. Momento, tomate tu tiempo y analizá: si hasta hace 5 minutos no sabías que eso existía, ¿por qué ahora es tan imprescindible tenerlo?

  1. ¿Lo voy a usar?

Seamos honestos y honestas con nosotros mismos: ¿cuántas veces no has comprado algo porque pensaste que estaba barato, aunque no terminara de convencerte? El resultado es productos guardados en el fondo de un armario.

  1. ¿Lo puedo pagar?

Esta pregunta es básica y primordial, pues puede ser que realmente lo necesités y que sea algo que vayás a usar, pero si en este momento no tenés el dinero para pagarlo, quizás lo mejor sea esperar un poco hasta reunir la plata necesaria y luego comprarlo.

  1. ¿Me va a traer más dinero?

Esta pregunta es clave para saber si lo que estás comprando es realmente un gasto o puede ser considerado una inversión.

  1. ¿Me va a traer un ahorro a largo plazo?

Bueno, si en realidad la compra no te va a traer dinero en el futuro, preguntate si por lo menos va a implicar un ahorro a largo plazo.

Finalmente, recordá que trabajás duro todos los días por ganar un sueldo al final de la quincena, por lo que merecés que ese dinero dure más allá de los 15 días. Esto se logra haciendo compras inteligentes y no derrochando en objetos que no necesitás.