¿Prestar o no prestar dinero? Esa es la cuestión

Prestar dinero a familiares o amigos puede ser un tema delicado, especialmente si anteriormente ya has abierto tu corazón y tu billetera sólo para que los dejaran pisoteados. Aún así, las personas hacen préstamos a sus seres queridos todo el tiempo. De hecho, en Estados Unidos, por ejemplo, estudios han demostrado que el 82% de los americanos le prestaría dinero a un miembro de su familia y el 66% lo haría con un amigo. Estoy segura que estas cifras son bastante parecidas en Nicaragua.

Entonces, si tantas personas están dispuestas a prestar dinero y ayudar a un ser querido en necesidad ¿por qué no habrías de hacerlo vos? En realidad existen muchísimas razones para decir “no” en el momento de que te pidan prestado dinero… por más duro que sea.

Así, prestar dinero, en general, nunca es sencillo, pero cuando prestás a familiares o amigos también tiene el potencial de destruir una relación atesorada, sobre todo cuando el dinero no se paga. Si me lo preguntás a mí, es un error financiero y, en todo caso, sería mejor regalar esa plata –si es que de verdad querés ayudar- a poner tu relación en riesgo, prestando dinero que probablemente muy pronto vas a necesitar.

Si aun así es algo que querés hacer, te recomiendo seguir estas precauciones para que cuando decidás compartir tu dinero con un amigo o familiar, sea de la manera correcta tanto para vos como para él o ella.

1. Analizá si estás en la posibilidad de ayudar

Uno de los grandes errores que la gente suele cometer es decir “sí” a un préstamo sin haberlo pensado con detenimiento. Antes de prestar tu dinero, pensá qué otros usos tenías planeados para ese efectivo. Si tu intención es prestar ahorros adicionales que no pensás usar en un buen tiempo, entonces hacer un préstamo puede no generar ningún impacto. En cambio, si usás fondos planificados para una emergencia u otra meta importante –como la compra o reparación de una casa, o tu fondo de retiro-, podrías estar poniendo en riesgo tu propia seguridad financiera, especialmente si al final no te pagan lo que deben.

2. Buscá el aprobado de tu pareja

Si estás casado o casada, o en una relación formal en la que llevás finanzas compartidas, asegurate de que tu pareja esté de acuerdo con el préstamo que vas a hacer a tu familiar o amigo. Recordá que al tener finanzas juntas, el dinero que prestás no es solo tuyo, sino también de alguien más y podrías estar poniendo estrés innecesario en tu relación.

3. Prestá sólo lo que podás perder

Prestar dinero a quien sea suele ser una ruleta rusa: a como puede ser que te paguen, puede ser que no, así que asegurate de solo prestar dinero que podrías perder sin problema. Incluso, fijar en tu mente que es un dinero que no volverás a ver podría facilitarte la vida al momento de decidir si lo das o no lo das. De esta manera, si tu relación con esa persona viene primero y tratás el préstamo como si fuera un regalo, no tendrás que preocuparte por andar detrás de la persona para que te pague. También estarás positivamente sorprendido si recibís el dinero de regreso.

4. Ponelo por escrito

Si tomás la decisión de realizar el préstamo, asegurate de poner los detalles por escrito y si podés, incluso de llevarlo con un notario. Aunque probablemente suena a broma y algo extremo, es importante hacerlo así sea tu mamá, tu primo o tu amiga de la infancia. Les hará la vida más fácil a ambas personas a final de cuentas.

Su acuerdo escrito debe tener explícitos los términos del contrato, incluyendo el tiempo en que el dinero se va a pagar, fechas para hacer las cuotas o pagos parciales y qué pasaría si el préstamo no es pagado.

¿Ves por qué te puede servir para hacer las cosas más fáciles? Así mismo, en caso de muerte, este escrito puede evitar muchos desacuerdos y problemas familiares.

5. Considerá cobrar interés

Sé que cobrar intereses a un familiar por un préstamo podrá sonar raro de entrada, después de todo no sos un banco, ¿no? Pero si decidiste hacer el préstamo en lugar de dar el dinero como regalo y estás esperando esa plata de regreso, entonces es la mejor manera de protegerte. Además, es una forma de motivar a la persona a pagarte en tiempo y forma.

6. Aprendé a decir “no”

Puede ser realmente difícil rechazar una solicitud de dinero, sobre todo cuando la persona que lo está pidiendo es alguien cercano, a quien amás y por quien te preocupás. Pero no podés permitir que los sentimientos de culpa nublen tu juicio.

Lo mejor que podés hacer es crear una política para prestar dinero (definiendo bajo qué circunstancias lo harás o no) y luego adherirte a ella. De esta manera evitarás estar en una situación donde te sentís acorralado o acorralada.

Incluso, para evitar la incomodidad, podés considerar tener un plan sobre qué decir en respuesta a una solicitud de préstamo, tal vez algo como: “Siento mucho que estés pasando por un momento difícil, pero no estoy en condiciones de ayudarte”.

7. Si no aceptan el “no”

Si tu amigo o familiar se molesta y/o termina la relación porque decidiste no darle el préstamo, ¿qué clase de relación era entonces? A mi manera de verlo, si una amistad se disuelve por esto, esa amistad no era tan fuerte para empezar. Las relaciones verdaderas van más allá del uso del dinero.

Entonces, ¿deberías prestarle dinero a un amigo o familiar en una crisis financiera? Solo vos conocés la respuesta a esa pregunta. Cualquiera sea tu decisión, la clave está en ser amable y claro en tu respuesta, sin lastimar a la otra persona.

Si decidís otorgar el préstamo, las bases sobre las que das el dinero deben quedar bien establecidas para que no haya confusiones en cuanto a qué, cómo y cuánto implica el préstamo. Si decidís decir no, podés ayudar a relajar lo que seguramente será un tema cargado de muchas emociones.

De cualquier manera, el objetivo es que estés tranquilo o tranquila sabiendo que no hiciste algo para poner en riesgo tu vida financiera y una importante relación.