Los profesionales de hoy y la oratoria

El dominio de la palabra ha sido un factor de influencia decisivo a través de la historia de la humanidad. La oratoria es, esencialmente, el arte de hablar en público. La palabra oral como forma de expresión es, según los expertos, la manera más eficaz y eficiente de hacer comprender el mensaje.

La capacidad para expresar ideas y sobre todo, hacerlo de una manera convincente, es un atributo que cada día es más apreciado. Cada día, mas profesionales requieren la capacidad de expresarse adecuadamente ante un público determinado, por tal razón es indispensable su preparación en relación a la oratoria.

El profesional de hoy debe dominar los elementos de la oratoria tradicional y enriquecerla con los aspectos más dinámicos de la comunicación moderna. En el contexto actual, ante la cerrada competencia profesional, es indiscutible la necesidad de pulir esta habilidad comunicativa.

Por otra parte, es difícil determinar alguna faceta de la vida cotidiana donde no se requiera la persuasión, cuya efectividad ha sido demostrada en innumerables situaciones.

En diversos campos, hombres y mujeres notables han aportado sus experiencias personales a través del tiempo; esto ha permitido enriquecer sus vidas personales y compartirlas para seleccionar la que más se adecua a nuestras vidas. El objetivo en común es obtener el recurso de hacernos entender mejor.

Comunicar, no consiste solamente en hablar con alguien, ni en enviar mensajes esperando que “haya un poco de suerte” y el receptor los reciba. Por ello la comunicación efectiva requiere que nuestro destinatario sea afectado de alguna manera por lo que expresamos y logremos una reacción de su parte.

Aunque el lenguaje oral representa el medio de comunicación más importante para la sociedad, es necesario considerar la comunicación no verbal que acompaña a las palabras. Todas las personas que necesitan enfrentarse a públicos diversos utilizan en gran medida su voz, y piensan que con la sola emisión de su voz y conocer sobre el tema, van a convencer a su audiencia.

El lenguaje corporal (gesticulaciones, movimientos, contacto visual, actitud, entre otros) es esencial, ya que a través de este el orador transmite mensajes: nervios, timidez, seguridad, confianza, dominio, entusiasmo, dudas, etc.

Desde el momento en que uno accede al estrado, el movimiento de las manos, la expresión del rostro, la postura y la mirada están transmitiendo mensajes diversos.

Algunas recomendaciones que debemos considerar cuando hablamos ante un público:

  • Se debe transmitir serenidad y naturalidad, evitando gestos, actitudes o movimientos que resulten afectados.
  • Debe actuar con tranquilidad (las prisas denotan nerviosismos e inseguridad).
  • La movilidad regulada rompe la monotonía y ayuda a captar la atención del público.
  • Mantener una postura cómoda, erguida, natural, no forzada. No aferrarse al atril porque denota inseguridad.
  • Superar la timidez, ya que provoca inseguridad y dificulta la conexión con el público.
  • El contacto visual juega un papel fundamental, al público le gusta que la persona que le habla, le dirija la mirada. El orador que no mira a sus receptores da la impresión de tener miedo o falta de interés.
  • Cuando se mira al público, debe presentar una imagen abierta, agradable, optimista y sonriente.
  • Tratar de proyectar una imagen positiva. Una imagen descuidada, hosca y antipática, predispone al público en su contra (aunque comparta sus ideas).
  • El orador debe cuidar su forma de vestir y adecuarlo al contexto, puede ser estilo casual o formal según las condiciones.
    Puede apoyarse en medios audiovisuales, no convertirlos en la base de la presentación.

Debemos ser conscientes de que toda comunicación tiene como meta convencer de lo que expresamos a los demás, es decir persuadirles sobre un tema determinado. Por ello, la retorica, como arte del bien decir, debe ser nuestra herramienta clave para ser buenos oradores, pues pretendemos influir en los demás y obtener una respuesta o una reacción de la otra persona.

El orador no debe aspirar únicamente a informar, sino influir en sus receptores, de tal manera que se muestren de acuerdo con su postura y les mueva a una acción.

Lo más importante es no aburrir, ya que esto provocaría desinterés por parte del público y se perdería toda la intención del discurso.

Por eso, para ser un buen orador debe captar la atención del público, entretenerlo, resultar interesante, ser persuasivo y sobre todo, determinar cuál será el objetivo de su discurso.