Los niños tienen dificultades con los números por los prejuicios en torno a la asignatura de matemáticas, ya que esta tiene fama de ser “difícil” o “solo para inteligentes”, por tal razón es necesario que los padres de familia incentivemos confianza y motivación en nuestros hijos para aceptarla con naturalidad y sin recelos.
En primera instancia, es necesario preguntarse: ¿Qué actitud tiene usted sobre las matemáticas? ¿Considera usted que las destrezas matemáticas son útiles en la vida y en el trabajo? ¿O teme realizar actividades que requieren el uso de las matemáticas – como calcular el presupuesto de gastos familiares, realizar gestiones bancarias o inversiones, entre otros? Según respuestas a estas interrogantes, nos dará pautas de cómo está incidiendo en la actitud de su hijo hacia los números y cómo enfrentará su aprendizaje.
Pese a que los padres podemos ser una influencia positiva para ayudar a nuestros hijos a aprender matemáticas, también podemos perjudicar sus habilidades y actitudes si comentamos, por ejemplo: “Las matemáticas son muy difíciles”, o “No me sorprende que no tengas buenas notas en matemáticas, pues a mí tampoco me gustaba cuando estudiaba” o “Yo no fui buen estudiante en matemáticas y me ha ido bien en la vida, así que no te preocupes si no sales bien”. Aunque no podemos obligar a nuestros hijos a disfrutar de las matemáticas, si podemos alentarlos y tomar medidas para asegurar que aprendan a apreciar el valor de esta asignatura en su vida cotidiana y en su preparación para el futuro.
Por ello, es necesario señalarles a nuestros hijos que el conocimiento de los números abre puertas hacia tantas oportunidades interesantes y emocionantes, asimismo en nuestras interacciones cotidianas con ellos orientarles a resolver problemas, a comunicarse matemáticamente y a demostrar sus habilidades para razonar, sin sermonearlos ni presionarlos indebidamente. Estas destrezas son fundamentales para el aprendizaje.
Alguien que sabe resolver problemas es quien cuestiona, encuentra, investiga y explora soluciones; demuestra capacidad para persistir en busca de una solución, comprende que puede haber varias maneras de encontrar una respuesta y aplica las matemáticas con éxito a las situaciones de la vida cotidiana. Los padres de familia podemos alentar a nuestros hijos a desarrollar un alto nivel de capacidad para resolver problemas al incluirlos en las actividades rutinarias que requieren el uso de las matemáticas, por ejemplo, medir, pesar, estimar costos y comparar precios de objetos que se desean comprar.
Saber comunicarse matemáticamente significa utilizar el lenguaje matemático, los números, las tablas o símbolos para explicar el razonamiento utilizado para resolver un problema de cierta manera, en vez de únicamente dar la respuesta. Podemos ayudarles a los niños al pedirles que expliquen lo que deben hacer para resolver un problema matemático, cómo llegó a la respuesta correcta o que haga un diagrama para demostrar el método empleado para encontrar su respuesta.
La capacidad para razonar matemáticamente significa poder pensar lógicamente, ser capaz de discernir sobre las similitudes y diferencias en objetos o problemas, elegir opciones sobre la base de esas diferencias y razonar sobre las relaciones entre los elementos. La manera de fomentar en nuestros hijos el razonamiento matemático es hablarles frecuentemente de estos procesos mentales.
En este contexto, las matemáticas son una herramienta esencial en el aprendizaje de los niños, ya que fomentan y desarrollan habilidades de pensamiento lógico; esto no solo implica describir, observar y comparar, sino conocer las nociones básicas, el reconocimiento de los números, las nociones espaciales de forma, medida y temporalidad, entre otros.
Consejos para los padres:
- No transmitir el temor a la matemática. Gran parte de los estudiantes llegan a la clase sugestionados por las experiencias de sus abuelos o sus padres, quienes recibieron una enseñanza tradicional.
- No medir el trabajo por la cantidad de hojas. Los nuevos modelos proponen una matemática más discutida, donde los conocimientos se construyen de manera colaborativa.
- No ayudar imponiendo procedimientos tradicionales. Actualmente se enseñan nuevas maneras de resolver, incluso operaciones más básicas, como una suma o una división.
- Reconocer que existe más de una manera de resolver los problemas. Si su hijo aprendió a hacerlo de un modo que haya sido validado por su docente debe confiar, pues lo importante es que entienda lo que está haciendo y no repita de manera automática.