¿Cómo enfrentar la dislexia?

Es imperativo que los padres y docentes estemos a la expectativa del comportamiento de nuestros hijos en su desarrollo académico, lo que nos permitirá apoyarlos en dificultades propias del aprendizaje sin someterlos a realizar actividades difíciles que contribuirán a agudizar sus deficiencias, en vez de que sean superadas.

La dislexia es un problema de aprendizaje que consiste en la incapacidad para alcanzar adecuadamente las habilidades de lectura y de escritura.

Esto incide en el aprendizaje de las diversas materias y en el rendimiento escolar, pues un niño disléxico presenta    grandes deficiencias en la lectura, la ortografía, de igual manera para aprender y memorizar, cuyo perfil puede llevarlo al fracaso escolar.

Ciertamente, la dislexia no es un problema muy frecuente, ya que no se han descubierto explicaciones definitivas de su origen o causas. Se dice que pueden ser factores genéticos, perceptivos o psicomotores, pero no está definido cuál de ellos prevalece.

Cuando el niño es muy pequeño es difícil realizar una evaluación adecuada, ni un diagnóstico, ya que a veces podemos creer que un retraso en el nivel madurativo de los escolares puede ser dislexia.

Esto no significa que no debemos intervenir en los problemas de lectoescritura que presenten nuestros hijos, al contrario siempre estamos obligados a observar sus comportamientos.
Los síntomas disléxicos más perceptibles en la lectura son: leer despacio, silabeando, sin entonación, dificultades de comprensión, omisiones, sustituciones, inversiones y adiciones de letras, uniones de palabras, confusión de vocales, entre otros. En la escritura se observan tachones, letra ilegible, dificulta descifrar lo que escriben; de tal manera que ni ellos mismos pueden leerlo.
Por lo tanto, se desencadena un retraso en el rendimiento académico, asimismo desarrolla temor en los niños, pues en la escuela sus compañeros de clases pueden burlarse de ellos y sus profesores (si desconocen sobre el tema) se enfadan. Esto genera pérdida de autoestima en los afectados, se aíslan y se sienten incomprendidos e inútiles.
Según  los expertos, un niño de siete u ocho años ya es maduro para leer, por lo que no se puede determinar si tiene dislexia o no hasta que  tiene  esa  edad, sin  embargo  existen indicios que nos podrían hacer sospechar, por ejemplo si tienen dificultades para abrocharse los botones de la camisa, los cordones de los zapatos, para tomar el lapicero, entre otros. Cuanto antes se  detecte y  se  comience a atender, mejores resultados obtendremos.

El diagnóstico es una tarea compleja que implica:

  • Exploración Médica: Para descubrir los posibles trastornos neurológicos y/o sensoriales que inciden en el problema.
  • Exploración Psicológica: Para analizar el nivel actitudinal y la dinámica de la personalidad.
  • Exploración Pedagógica: Para detectar el nivel de madurez en lectoescritura y el grado de instrucción.

Después de que los especialistas han diagnosticado el problema, el docente deberá adecuar el programa de estudios a las necesidades educativas específicas del niño, lo que permitirá desarrollar su confianza en sí mismo, su motivación    y las estrategias de asimilación para que pueda aprender.

El docente deberá ser positiva y constructiva, aceptar que el niño podrá tardar tres veces más en aprender y se cansará rápidamente.

De igual manera, cerciorarse de que el entorno educativo es estructurado, previsible y ordenado para que el niño disponga  de las condiciones adecuadas.

Otro aspecto importante es elogiar sus capacidades y aprovechar sus puntos fuertes para enseñarle mejor.

A estos niños no les motivarán los sobornos, amenazas o súplicas para que hagan esfuerzos para realizar tareas, sino que necesitan explicaciones o instrucciones claras más lentas o con repeticiones.

En nuestro sistema educativo, la responsabilidad de la ensenanza recae en los docentes más que en los padres; en el caso de los niños disléxicos se suele derivar hacia el especialista (psicólogo, pedagogo, logopeda o profesor especializado). Esto no  es correcto, pues en todos los casos y, especialmente en los niños con problema de aprendizaje resultará difícil que puedan desarrollarse.

Debemos recordar que la familia es el pilar fundamental para brindarles el apoyo social y emocional, recordarles que pueden tener éxito y desarrollar su autoestima en todos los niveles.

Finalmente, los padres de niños disléxicos deben investigar sobre grupos de apoyo y organizaciones que contribuyan a mejorar las dificultades de aprendizaje y reconocer que la unidad familiar es determinante en el desarrollo de sus hijos.