En efecto, más que de una vida sana, se debe hablar de un estilo de vida saludable del que forman parte la alimentación, el ejercicio físico, la relación con el medio ambiente y la actividad social.
Desde esta perspectiva se puede determinar que los hábitos necesarios para llevar una vida saludable es empezar con una alimentación saludable, eso requiere incluir alimento contemplados en la pirámide nutricional, pero en las proporciones adecuadas y en la cantidad suficiente.
De igual forma, otro aspecto importante que favorece las dimensiones de nuestro bienestar es incluir en la rutina diaria, 30 minutos diarios de actividad física, siendo suficiente caminar a paso rápido durante este tiempo. Ello permite quemar las calorías sobrantes y fortalecer músculos y huesos, pero también ayuda a controlar la tensión arterial, el colesterol y los niveles de glucosa en sangre, además de contribuir a la eliminación del estrés y ayudar a dormir mejor, adquirir un estado de relajación y evitar cambios de humor, mejorar la autoestima y el estado de satisfacción personal. Asimismo, caminar en compañía es un buen medio para desarrollar una saludable actividad social.
Por otro lado, un elemento importante en el cuido de la salud en la familia es la higiene, se evita muchos problemas de salud: desde infecciones a problemas dentales o dermatológicos. El concepto de higiene no sólo se refiere al aseo y limpieza del cuerpo, sino que afecta también al ámbito doméstico. Por ello, es necesario tenerla siempre presente en nuestra vida.
Los seres humanos somos sociables por naturaleza, por ello, las relaciones sociales son un aspecto fundamental para la salud y, en consecuencia, para un envejecimiento saludable. El aislamiento social puede llevar a un deterioro gradual e irreversible de las capacidades físicas y mentales.