La educación es una de las actividades de mayor relevancia para nosotros, ya que permite prepararnos adecuadamente para la vida. Quien posee la suerte de gozar de una educación estable, sólida, protegida y solvente garantiza un futuro exitoso. Por lo tanto, quien se educa está enrolado en un proyecto de mejora continua de su calidad de vida.
La educación presupone una visión del mundo y de la vida, una concepción de la mente, del conocimiento y de una forma de pensar; un proyecto de futuro y una manera de satisfacer las necesidades humanas.
Educar es formar sujetos, no objetos, y su propósito fundamental es complementar la condición humana con una tradición académica, una trayectoria cultural colectiva y un proyecto como miembros de una sociedad.
Por consiguiente, la educación consiste en la creación y el desarrollo evolutivo e histórico del sentido de la vida y de la capacidad de aprovechamiento de todo el trabajo al cual nos dedicamos durante nuestros años de vida, de manera individual y colectiva; ya sea bajo nuestra propia administración o bajo la dirección de otros, de organizaciones públicas, privadas o bajo la administración del Estado.
Los avances científicos nos han permitido gozar de comodidades como nunca antes.
Por ello, a medida que transcurre el tiempo, existen más oportunidades que nos facilitan el éxito. Por otra parte, esa superación ha sido alcanzada con el sacrificio de las riquezas naturales pertenecientes a todos los seres humanos. Esto provoca un desequilibrio.
Por consiguiente, nuestra sociedad se encuentra en una encrucijada. Por un lado, existe un estancamiento de la producción a pesar de las exigencias de los niveles de gastos y de consumo.
Asimismo, el mercado exige por encima de la capacidad productiva de nuestras naciones. Y si no fuera suficiente, existe toda una institución (Organismos Internacionales, Estados, Empresa Privada, entre otros) que nos demanda obligaciones financieras sobre los procesos económicos.
Ahora bien, ante esta situación ¿Qué debemos hacer para rescatar lo que poseemos y fortalecer nuestras actitudes positivas con el fin de la búsqueda de una mejor sociedad para todos?
Los medios de comunicación son instrumentos utilizados en cualquier proceso que busque la modificación de actitudes, opiniones y valores; porque llega rápidamente a un sector amplio de la población.
Para insertarse en el concepto de desarrollo sostenible, es necesario influir en cada uno de los niveles educativos; desde el nivel preescolar hasta el universitario, pero a la luz de programas que garanticen la permanencia (en tiempo) y constancia (en frecuencia) de contenidos que sean considerados significativos al educador y al alumno. Por esto, para alcanzar este ideal se requieren políticas educativas firmes y claramente estructuradas.
En este contexto, es fundamental la maximización del bienestar que proporcionan las actividades económicas para la sostenibilidad de ingresos y la equidad de cada generación. Se debe vivir en forma responsable y consciente de que las acciones individuales tienen impacto en la sociedad.
El desarrollo sostenible depende de la educación brindada al niño, al joven y al adulto de hoy, ya que conjuntamente estamos construyendo el futuro.
Si no existe un ser humano consciente de su papel, poseedor de una cultura ambiental, dispuesto y preparado para llevar a cabo los principios para el desarrollo sostenible de su medio, de nada servirán las leyes y reglamentos, la investigación y un desarrollo tecnológico sofisticado, las obras de infraestructura, las medidas contundentes para preservar el medio, las inversiones millonarias en prevención de desastres naturales, entre otros.
El compromiso y reto de la educación ante la meta de sostenibilidad, es el de impulsar un nuevo proyecto de civilización fundamentado en un nuevo estilo de pensamiento, en una cultura más consciente, y en nuevas formas de conocimiento científico acorde a nuestras necesidades.
La educación es el proceso mediante el cual adquirimos conocimientos, interiorizamos aptitudes y desarrollamos actitudes que nos permiten modificar nuestra conducta individual y colectiva. Por ello, contribuye en gran medida a esa modificación de valores al estar en contacto con las personas en formación, y porque, en la educación formal, el mensaje resulta más eficaz, controlable a nivel de contenidos, y con efecto multiplicador.
El desarrollo sostenible es un proceso de cambio en el cual se busca satisfacer las necesidades humanas, sin comprometer los recursos naturales. El propósito final es el bienestar de las futuras generaciones.
Para que mejoremos nuestra calidad de vida, no solo se requiere de un incremento de la capacidad material, sino una potenciación progresiva de los recursos físicos, culturales y espirituales orientados a la integración planetaria en el marco de la diversidad.
Sin embargo, la posibilidad de llevar adelante un proceso de desarrollo basado en la sostenibilidad supone, desde el ámbito de la educación, un conocimiento exhaustivo de los ciclos, procesos y equilibrios ecológicos que sustentan y favorecen la vida en la tierra; el compromiso de mantenerlos e incrementarlos desde las perspectivas social, cultural, económica y ética; y la voluntad de no interferir en ellos para evitar una ruptura o un colapso.
En los procesos educativos, se hace necesario contribuir a que todo individuo sea consciente de los efectos generados por su comportamiento en los ecosistemas, de los cuales depende para su supervivencia y desarrollo. Asimismo, se ha de garantizar la estimulación de patrones de conducta que faciliten encauzar el desarrollo por veredas ambientales, sociales y económicamente fundamentadas.
En los centros educativos de las diversas modalidades, se requiere promover una formación con un alto contenido ambiental, social, económico y ético para comprender los problemas del medio ambiente y su interrelación con la sociedad. La necesidad de educar para un desarrollo sostenible es responsabilidad de todos, se debe proyectar y difundir un conocimiento sustentado en el aprovechamiento de los recursos naturales que permitan un desarrollo social y económico con equidad en función de una mejor calidad de vida.
Finalmente, la educación para un desarrollo sostenible debe ser un proceso continuo y permanente, ya que ningún país puede progresar económica, social y culturalmente, si no se posee valores y orientaciones destinadas a resolver problemas y tomar decisiones. Se debe orientar una modificación que incida en el campo cognoscitivo y afectivo en vías de un cambio de comportamiento personal y social.